viernes, 30 de noviembre de 2012

la confederación de almas


(...) creer que somos "uno" que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propioes yoes, representa una ilusión, por lo demás ingenua, de la tradición cristiana de un alma única; el doctor Ribot y el doctor Janet ven la personalidad como una confederación de varias almas, porque nosotros tenemos varias almas dentro dentro de nosotros, ¿comprende?, una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico. (...) Lo que llamamos la norma, o nuestro ser, o la normalidad, es sólo un resultado, no una premisa, y depende del control de un yo hegemónico que se ha impuesto en la confederación de nuestras almas; en el caso de que surja otro yo, má fuerte y más potente, este yo destrona al yo hegemónico y ocupa su lugar, pasando a dirigir la cohorte de las almas, mejor dicho, la confederación, y su predonimio se mantiene hasta que es destronado a su vez por otro yo hegemónico, sea por un ataque directo, sea por una paciente erosión. Tal vez, concluyó el dcotor Cardoso, tras una paciente erosión haya un yo hegemónico que esté ocupando el liderazgo de la confederación de sus almas, señor Pereira, y usted no puede hacer nada, tan sólo puede, eventualmente, apoyarlo. (...)

¿Y qué puedo hacer?, preguntó Pereira. Nada, respondió el doctor Cardoso, simplemente esperar, quizá haya en usted un yo hegemónico que, tras una lenta erosión, después de todos estos años dedicados al periodismo escribiendo la crónica de sucesos, creyendo que la litearaura era la cosa más importante del mundo, quizá haya un yo hegemónico que está tomando la dirección de la confederación de sus almas, déjelo salir a la superficie, de todas formas no puede actuar de otra manera, no lo conseguiría y entraría en conflicto consigo mismo, y si quiere arrepentirse de su vida, arrepiéntase, (...), piénselo tranquilamente, quizá de ahora en adelante su vida ya no le parecerá inútil, déjese llevar por s nuevo yo hegemónico y no compense su sufrimiento con la comida y con limonadas llenas de azúcar. (...)

Sostiene Pereira, Antonio Tabucchi.

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